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23-6-2022 Concierto de campanas los días 2 y 3 de julio desde la torre de Santo Tomás habrá sillas en el patio
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La Parroquia de San Cosme y San Damián y de Santo Tomás Apóstol, de Arnedo, viene programando una serie de actividades dentro de programa denominado "Reiniciando". Con todo ello se pretende dar un nuevo impulso a la vida parroquial tras los momentos más duros y complicado de la pandemia del coronavirus.
Una de las actividades consistió en la restauración de la torre de Santo Tomás y posteriores visitas guiadas que se pudieron realizar para comprobar el resultado de la obra.
La próxima convocatoria consistirá en un CONCIERTO DE CAMPANAS que tendrá una doble finalidad: De una parte rememoraremos algunos de los toques tradicionales de las torres de nuestras iglesias y, por otra parte, rendiremos homenaje a quien fuera sacristán y meritorio campanero de estas campanas de Santo Tomás, D. DEBERIO GIL Y RUIZ DE GORDEJUELA.
Los toques serán ejecutados por los actuales campaneros de la parroquia acompañados por otros que compartieron el oficio con Deberio Gil. La cita será los próximos días 2 y 3 de julio (fiesta litúrgica de Santo Tomás Apóstol). El día 2, sábado, tendrá lugar después de la celebración de la misa de las 8 de la tarde. Quienes deseen acudir en directo dispondrán de sillas en el patio de Santo Tomás. El día 3, domingo, el concierto se celebrará después de la misa de las 12 del medio día. Cada uno de los toques estará precedido de la correspondiente explicación.
Escribir sobre Deberio es ponerse ante la tentación de hacerlo largo y tendido, pero la brevedad obliga y por ello vamos a destacar solo algún rasgo de este arnedano singular.
Deberio Gil y Ruiz de Gordejuela nació el 4 de julio de 1925 y murió el 10 de julio de este año 2019, a los 94 años de edad. Su profesión más conocida, desde muy temprana edad, fue la de sacristán de la iglesia de Santo Tomás Apóstol. La fecha de su toma de posesión la dejó escrita en el libro que porta San Antón en su mano izquierda: "El 23 de enero de 1943, Deberio Gil tomó posesión como sacristán de esta parroquia". Es un pequeño detalle, de los muchos que tenía, que muestra el sentido trascendente que Deberio daba a todo lo que hacía.
Nuestro sacristán era un personaje tan peculiar y original como su propio nombre. Nadie en el mundo se ha llamado nunca como él. Su abuelo, al nacer, como era costumbre, miró el santoral que aparecía en el calendario y vio que el día se dedicaba al beato Valentín de Berriochoa. La particular interpretación derivó en el nombre con el que quedó inscrito en el libro de bautizados y con el que se le conoció a lo largo de su vida: DEBERIO.
Y tan original como su nombre han resultado sus días: Sus limitaciones físicas no le impidieron llevar una vida normalizada. Contó en todo momento con el respaldo de su familia, pero en sus deficiencias encontró un aliciente y un reto de superación constantes.
De niño, al llegar la Navidad, se quedaba pegado ante el escaparate de la tienda del "Tío Primo" contemplando aquella batería a la que no podía acceder porque los recursos económicos familiares no lo permitían. Pero fue su empeño tal que un grupo de allegados a la familia escotaron para que el sueño de Deberio se hiciera realidad. Y con aquella batería desarrolló y perfeccionó el sentido del ritmo que llevaba dentro y que le llevó a formar parte de orquestas (¿Quién te enseñó a bailar…? Fue Deberio, el Sacristán) y, durante muchos años, integrante de nuestra Agrupación Musical Santa Cecilia como percusionista.
Su figura queda asociada al canto de la Aurora, en la mañana de San Cosme y San Damián. En el fondo era un impulsor y mantenedor de las tradiciones que deseaba se mantuvieran en su pueblo natal porque creía que en ellas estaba el eslabón que anclaba las generaciones pasadas con las actuales y las que vendrán en el futuro. No era un hombre de formación académica, pero, al igual que tenía un sentido innato
TOQUES DE CAMPANA EN ARNEDO
Del libro "Santo Tomás Apóstol, de Arnedo, a la luz de sus libros de Fábrica" de José-Ángel Lalinde
Las campanas de nuestras iglesias han anunciado misas y procesiones, rogativas, defunciones y todo tipo de acontecimientos, agradables y desagradables. Eran el instrumento de comunicación rápida y eficaz de la parroquia con sus parroquianos, pero también servían para que el Ayuntamiento congregara a sus vecinos en determinadas ocasiones. A modo de ejemplo, digamos que el día 2 de abril de 1657, el nuncio municipal pregonó su bando, a toque de tambor, a todos los vecinos, por todas las calles públicas y en las partes acostumbradas. Se realizaba una convocatoria a concejo abierto para tratar "cosas en orden al bien público" y, habiendo dado la una del día, se hizo tocar la campana grande, la de la iglesia de Santo Tomás, para que todos acudieran a la plaza. Allí, nos relata el acta levantada de la sesión, se congregó "gran número de gente". El gobernador de la ciudad era don Juan Sánchez de Lerín y don Pedro Martínez del Águila, el alcalde ordinario. Las autoridades recordaron el litigio que la ciudad mantenía abierto en la Real Chancillería de Valladolid con las villas de Ausejo y Autol a cuenta de un problema de "defendimientos de términos, pasturas y otros aprovechamientos". Las campanas de Santo Tomás repicaron, pues, para congregar a los vecinos y anunciarles que, para sufragar aquellos procesos judiciales, las arcas municipales estaban vacías, por lo que iban a tener que hacer las aportaciones necesarias para sufragar los gastos judiciales que originaba aquel conflicto. Así pues, queda patente que la campana "Don", de la parroquia de Santo Tomás Apóstol, llamaba a los vecinos para tratar "cosas en orden al bien público".
La presencia y el sonido de las campanas tienen siempre connotaciones especiales. Sus tañidos convocaban y anunciaban acontecimientos a la comunidad parroquial y a los arnedanos en general. La manera de hacer los toques de difunto permitía deducir si se trataba de un hombre (de tres en tres campanadas) o de mujer (de dos en dos) o si se trataba de un infante, en cuyo caso los toques se hacían con las campanas pequeñas y recibían el peculiar denominación de "mortichuelo". Asimismo los parroquianos sabían si las campanas llamaban a distintas oraciones o celebraciones. Y el toque concreto del ángelus se alternaba entre las tres torres de Arnedo a razón de cuatro meses cada una.
El compendio de toques de campana en Arnedo es amplio y quedó recopilado por el último campanero y sacristán oficial de la parroquia de Santo Tomás, Deberio Gil y Ruiz de Gordejuela. Generalmente, se hacían desde las tres torres de las respectivas iglesias, aunque algunos eran exclusivos de alguna de ellas. Esta es la relación de todos y cada uno de ellos, recogidos aquí a modo de testimonio.
A solemnidad.
A dolón.
Al ángelus.
A oraciones.
A sermón y miserere.
Al viático.
A salve solemne.
A salve.
Al rosario cantado.
A difuntos (mayores).
A difuntos menores (mortichuelo).
A dindilindanga.
A las ánimas.
A misa de san José.
A misa de la Virgen.
A rogativas.
A solemnidad, a la procesión y al sermón.
Aragón-bien-va.
El sonido de estas campanas, de las campanas de las torres de las iglesias de Arnedo, está grabado en las entrañas de los arnedanos de hoy y de siempre. ¿A qué arnedano, al marcharse lejos, no le salta el corazón cuando escucha el Aragón-bien-va?
Las campanas nos vinculan con los arnedanos de tiempos pasados y así, en una conexión histórica, nos convierte en protagonistas de una larga y profunda historia escrita en páginas de recuerdos de familia, párrafos de amistad y renglones de convivencia vecinal. Es una historia rica, plagada de multitud de recuerdos: buenos unos, dramáticos otros. Los sonidos de nuestras campanas avivan en nuestro recuerdo la luz y el color que animaron la inquietud de nuestra infancia y juventud, el retorno de las estaciones que contemplaron nuestro crecimiento y madurez, los cambios que se han ido introduciendo en el pueblo que nos acoge.
Sus sonidos son despertares de fiesta, lágrimas de funeral, unión y reunión de gentes que se alegra en bodas y se les encoge el corazón en el adiós a quienes lo han dado todo para que seamos lo que ahora somos.
El tañer de las campanas resulta evocador de los mejores recuerdos, de sentimientos, de tiempos que fueron. Sus sonidos vibrantes refrescan y reavivan recuerdos, reviven la memoria de personas que nos quisieron.
YN CINBALIS BENE SONANTIBUS
Con motivo de los últimos trabajos de consolidación de la parte exterior de la torre de Santo Tomás, llevados a cabo en 2003 (arreglos en el tejado y nido de la torre), las campanas se pudieron observar de cerca. Gracias al andamiaje montado, se pudieron comprobar y leer sus inscripciones. Las campanas estaban, y siguen estando, inmovilizadas debido al peligro que supondría intentar tocarlas o simplemente moverlas, algo que no permiten sus viejos yugos, sus apoyos y los ajustados espacios donde se colocan. El que fuera párroco, Tomás Ramírez, nos aportaba la información recogida entonces1:
La primera (campana), orientada hacia el norte, es la más antigua, AÑO 1579, ¡nada menos! Y debajo de la fecha y sobre una gran cruz conjuratoria, un relieve de SAN MIGUEL, con su lanza y su dragón a los pies. La inscripción en torno a la campana, en letras góticas, no hemos podido descifrarla aún, pero lo haremos; seguramente será, como en las demás campanas, algún versículo o invocación piadosa.
La segunda campana, que da sobre el patio de la iglesia, tiene dos inscripciones en torno, una arriba: "SANCTE THOMA APOSTOLE ORA PRONOBIS ANNO 1674" (y dentro de un 'cartucho') DIEGO DE ARGOS" "Santo Tomás, Apóstol, ruega por nosotros. Año 1674. Diego de Argos (que fue el fundidor). Y otra abajo: "YN CINBALIS BENE SONANTIBUS LÁUDATE DOMINUM DEUM NOSTRUM. AÑO 1674 ("Con campanas sonoras alabad al Señor nuestro Dios. Año 1674).
La tercera y cuarta campanas, que dan sobre la calle Palacio. Una dice arriba: "IESU MARIA ANNO 1710". y abajo: "LAUDATE DEUM INCIMBALIS BENE SONANTIBUS" (Jesús, María. Año 1710. Alabad a Dios con campanas sonoras 'que suenen bien'). Y la otra dice solamente: "JESUS MARÍA Y JOSÉ. AÑO 1824". La última campana está en castellano y además agrega el nombre de San José, una devoción, como se sabe, muy reciente en la Iglesia.
De todas ellas, la de mayor tamaño es la que cuelga del vano orientado hacia el patio, en el lado sur de la torre, conocida, en la documentación estudiada, con el nombre de "Don".
Y algo tendrá el toque de campanas de nuestras torres cuando, en el año 2019 la Dirección General de Bellas Artes incoó un expediente para declarar el toque manual de campanas como patrimonio cultural inmaterial2.
El legislador, en la introducción a su propuesta, desgrana toda una larga serie de argumentos para justificarla. Su lectura nos deleita con sus reflexiones de carácter histórico sobre los valores que representa este peculiar sistema de comunicación y los recuerdos que suscitan sus sonidos y la imagen que nos refresca el bandear de sus bronces en torres y espadañas. De la resolución que publicó el BOE, reproducimos estos párrafos, que pueden considerarse una invitación a leer, pausadamente, todo el texto de la misma3:
El interés en declarar «El toque manual de campana» como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial se debe a ser un lenguaje sonoro que ha funcionado a lo largo de los siglos como un medio de comunicación, cumpliendo un conjunto de funciones sociales para la comunidad: informar, coordinar, delimitar el territorio y proteger. Los toques de campanas, basados en el ritmo, han sido los encargados de organizar la vida comunitaria, de delimitar el tiempo y el espacio laboral, diario, festivo y de duelo. De ahí que exista, tanto en el ámbito religioso como en el civil, un amplio repertorio, lenguaje, en definitiva con una gran diversidad de formas y técnicas que han anunciado incendios, tormentas, rogativas, horas y acontecimientos del ciclo vital, y, en resumen, han regulado multitud de aspectos de la vida festiva, ritual, laboral y cotidiana en todo el territorio español.
La protección de los toques de campanas manuales no significa poner en valor y asegurar la continuidad de una sola tradición común, compartida entre los diversos pueblos de España, sino que, por el contrario, supone proteger cientos de sistemas locales de comunicación, con ciertas características compartidas por zonas, pero casi siempre únicos, al borde de la extinción por dos motivos: la falta de campaneros y sobre todo la falta de sensibilización hacia este fenómeno de comunicación casi único en cada lugar, que tiene muchos y variados significados.
Poco más adelante, después del breve articulado, en el punto 2 (“Las campanas y sus toques: tipos y funciones”) del largo anexo final, que constituye un auténtico tratado sobre la historia, sentido, función social y dimensión local, nacional e internacional de la campana, se dice también:
Las campanas hablan de todo y para todos. A lo largo de los siglos han sido el medio de comunicación social de los pueblos y ciudades de España, con toques religiosos y civiles que convivían perfectamente, que todos los interesados, tanto la iglesia como los estamentos civiles respetaban. Hay que manifestar que el sufragio de las campanas nuevas, así como el pago de reformas y reparaciones, era costeado en la mayoría de las ocasiones por familias, individuos o la propia comunidad. De ahí que existan numerosas campanas con el nombre del donante grabado. Este hecho genera un sentimiento de propiedad de la población hacia las campanas como parte de su identidad y una vinculación sentimental hacia la campana y sus toques que despiertan emociones, recuerdos y vivencias tanto personales como colectivas.
Durante el tiempo de don Tomás Cordón (1863-1895) se ejecutó un conjunto de obras que afectaron a varios puntos de la iglesia, como fue la construcción de habitaciones sobre la sacristía y antesacristía para convertirlas en casa rectoral. Se vendió la que la parroquia tenía en la Puerta del Royo y con lo obtenido se ayudó a sufragar los gastos. Además se actuó en la sacristía y en la que en otro tiempo fue sala capitular, se fueron realizando distintas reformas que también afectaron a las escaleras de la torre, escaleras que partían de la propia sacristía y que hubo que reformar, además de abrir otro acceso por la calle Campanario, y se realizó un conjunto de obras que afectaron a los alrededores del templo, a la sacristía, a los arcos del pórtico, al órgano, además de un largo etcétera que nos describe pormenorizadamente el citado párroco.
Las características de los vanos de la torre, la antigüedad de las campanas y de sus yugos impiden que se puedan voltear, aunque sabemos que en 1885, al finalizar las obras de la casa parroquial, sobre la sacristía, a iniciativa de los obreros que la realizaron, se bandearon sin inconveniente.
El concierto y homenaje a Deberio quedan inscritos en el contexto de la celebración de la fiesta del santo titular de esta iglesia, santo que fue objeto de celebraciones festivas a lo largo de la historia del templo hasta los año treinta del siglo pasado en que dejó de hacerse memoria de está apóstol de Jesucristo.